El Arcano de Schrödinger
Aunque el Tarot parezca magia, está constantemente rozando la teoría de la mecánica y la física cuántica.
El principio de incertidumbre es uno de los grandes postulados de la física cuántica del siglo pasado. ¡Al parecer una partícula está en varios lugares a la vez!
En el universo, una misma partícula puede tener varias posiciones espaciales. Eso plantea tal incógnita que los expertos no se ponen de acuerdo en las conclusiones emitidas sobre el fenómeno. ¿Cuándo algo que está “en varios lugares a la vez” pasa a estar en un solo lugar? O dicho de otro modo, ¿cuándo algo pasa de un estado “cuántico” a un estado normal?
La lógica no puede aplicar sentido común en las leyes del mundo cuántico. Tanto es así, que muchos teóricos han criticado abiertamente las conclusiones de muchos teóricos de esta ciencia por considerarla “ilógica”.
En Copenague, la escuela de física cuántica que investigaba estos fenómenos dedujo que era la observación de la partícula por parte de un sujeto externo lo que condicionaba el estado no cuántico, es decir, la observación saca a la partícula del estado de “estar en varios sitios” al estado de estar en un solo lugar. Mientras que un hecho no es observado, el hecho es cuántico y está abierto a varias realidades a la vez.
Uno de los críticos fue el físico de Austria Erwin Schrödinger, que para demostrar la ridiculez de las conclusiones de la escuela de Copenague creó el experimento teórico del “gato en la caja”. Un minino dentro de un espacio cerrado con un poco de veneno en un frasquito y un dispositivo asociado que dictamina un 50% de probabilidad de lanzar el gas venenoso. De esta forma, nunca sabremos con certeza si el gato ha recibido el veneno y, por tanto, si está aún respirando.
Mientras no se abra la caja… ¿el gato está vivo o está muerto?
Como vemos, la observación es clave en este experimento para saber si el gato está o no en buen estado. Lo que dijo Schrödinger es que es ridículo pensar que el gato estará vivo, o muerto, por la observación de éste. Si bien el gato estaría vivo o muerto de forma lógica, cuánticamente estaría ambas cosas a la vez, vivo y muerto. Los dos estados coexisten, aunque sea una paradoja. A esto se le denomina estado de superposición: en el argot científico, la función de onda de cada estado se superponen.
Con esta explicación, Schrödinger criticó la teoría de la observación que emitió la escuela de Copenague.
Atendiendo a la clásica teoría del principio de la incertidumbre, al abrir la caja, el gato pasará a estar “vivo” o “muerto”, perturbándose lo que se llama el estado de superposición. Pero el físico austriaco no estaba de acuerdo con esta propuesta. El gato no pasa a estar vivo, o muerto, por abrirse la caja. No es la observación de la persona lo que genera el estado del gato: es otro proceso, que no sabemos cuál.
Sea como fuere, la naturaleza del proceso sigue siendo un enigma. No se sabe cómo un electrón puede estar en varios lugares a la vez y cuál es el proceso que sitúa a los objetos fuera del espacio cuántico.
Este lío con gato de por medio viene muy bien al estudiante de Tarot para comprender el enigma de su naturaleza. Aplicamos el gato de Schrödinger al alma tarótica para entender que hay cosas que son imposibles de entender: en una tirada tarótica, hay diversas respuestas en aparente oposición que coexisten, como si la realidad que expresa el Tarot se encontrara en el espacio cuántico. A esto lo he denominado el Arcano de Schrödinger.
El Carro… ¿ha encontrado su lugar en la vida? Sí y no.
El Mago… ¿conoce su truco de magia? Sí y no.
La Justicia… ¿permite que los seres tengan libre albedrío? Sí y no.
Y para qué hablar del Diablo, como el gato, está vivo y muerto a la vez.
Aquí radica la complejidad de la lectura tarótica, y los enormes fracasos de los lectores que observan la realidad tarótica con enorme simpleza. Y es que el Tarot acierta y no acierta a la vez. Y para hacer que la lectura tarótica pase del estado “cuántico” al estado “normal”, se requiere un intérprete que piense de forma cuántica y hable de forma clara y concisa.
Magnífico Antonio! Que manera más racional, científica y bonita de contarlo.