Filosofía

El Viaje del Diecinueve

El diecinueve de noviembre vine al mundo, y treinta y cinco diecinueves de febrero más tarde mi padre se fue de él. Unos días después, soñé que lograba viajar en el tiempo al día anterior a su muerte. Le expliqué que venía del futuro para advertirle de que su corazón se infartaría, y en consecuencia moriría. Acudió de urgencia al médico y, efectivamente, le confirmaron que su corazón se encontraba en un estado lamentable y que tomarían medidas para garantizar su vida. Consiguió burlar a la dama negra que quería llevársele. Agradecido, se recostó sobre un sofá y yo, a su lado, también lo hice. Tomé su mano. Era tan cálida que su piel, lo juro, no era onírica. Él estrechó la mía y nos quedamos sintiendo nuestras manos. El milagro me llenó de júbilo. Yo daba las gracias a Dios por haber conseguido salvar a mi padre de la muerte.

Pero cuando desperté, mi padre seguía muerto.

El diecinueve de marzo es el día del padre, el diecinueve de noviembre vine al mundo y el diecinueve de febrero te fuiste de él.

El diecinueve, en el Tarot, es el arcano del Sol. Dos hermosos niños se hermanan bajo un cielo en el que llueven las bendiciones. Han caminado mucho para llegar al hermanamiento: son los diablillos del arcano del diablo, número quince, que han debido liberarse del terror de los infiernos para alcanzar el estado de felicidad. Han derrotado al mismísimo satanás en sus tierras. Cómo lo hicieron, enfrentándose a las tres cartas que separan el quince del diecinueve: la torre, la estrella y la luna. Un viaje de dolor en el que aceptaron sus conflictos y los expusieron para expurgar sus mentes y sus espíritus del sufrimiento. Compartiendo sus lados oscuros, aceptando que la oscuridad no es más que una ausencia de luz selectiva y temporal, como la noche es la ausencia de la luz del día.

Al llegar a la carta de la luna, se dieron cuenta de que la noche no es una negrura en la que el sol no está presente. La luna es el satélite que permite que la luz del sol esté ahí, recordando que tras la noche siempre amanece. Prepararon sus vidas para no depender de las circunstancias. Decidieron no ser felices a costa de las cosas rodeantes. Bailaron con los perros de la carta de la luna y se purificaron en las aguas del estanque prístino. Se dieron libertad. Se quitaron las últimas cuerdas que podría usar el diablo para volver a arrastrarlos a sus dominios. La grandeza de la luz estaba en cada mota de luna que caía del cielo plateado. Y entonces llegó el sol. Diecinueve. No más sufrimiento. No más dolor.

Feliz día, papá.

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